Renacidos en la tormenta
El Papa Francisco camina solo a través de la Plaza de San Pedro, vacía y en penumbras. Es una tarde lluviosa, húmeda. Da la bendición Urbi et Orbi, para la ciudad y el mundo, que en realidad estaba planeada para la Pascua. Da su homilía en en medio de la crisis del Coronavirus. El mundo está a la expectativa de sus palabras.
P. Heinrich Walter
27 de marzo de 2021

El Papa reflexiona para sus adentros, como si no solo quisiera ayudarnos a rezar, sino también a profundizar en lo que cree. “Estamos asustados y perdidos… Nos damos cuenta que estamos todos en la misma barca, débiles y desorientados… Estamos llamados a remar juntos.”
Millones de e s p e c t a d o r e s asienten. Sí, están de acuerdo. El relato de la tormenta en el lago es el pasaje bíblico adecuado para situar a la humanidad en el tiempo de la pandemia. Miles de millones de personas en todo el mundo en una barca entre olas tormentosas de altamar. E intuitivamente, como los discípulos de aquel tiempo, todos preguntamos a Jesús que duerme: ¿Acaso no te importa?. El Papa responde solo con las palabras de Jesús: “¿Por qué temen? ¿Dónde quedó su fe?”
Ahora es el tiempo de decidir lo que en realidad importa
En oración, el Papa guía a la audiencia hacia las profundidades de esta decisión. Ahora es el tiempo de decidir lo que de verdad importa y lo que es transitorio. Es un tiempo de discernimiento que nos podrá llevar a mirar de nuevo al Señor y a enfocarnos en las personas.
Después, ennumera a muchas de estas personas comunes que, en estos días, han tomado para nosotros una nueva perspectiva, porque han sido vitales para nuestra supervivencia, sistémicamente relevantes, como se nos dice ahora.
La segunda decisión implica el reconocimiento de que todos necesitamos de la salvación. Esto nos motiva a abrir nuestra existencia a esta realidad y a invitar a Jesús a nuestra barca. Finalmente, el Papa describe el escenario de aquella tarde como una gran promesa: Desde las columnas que abrazan a Roma y al mundo, dejemos que la bendición de Dios descienda sobre nosotros como un abrazo reconfortante.


Para convertirnos en medio de la tormenta de los mares profundos; para convertirnos en uno mismo más profundamente que todas las criaturas de Dios; para encontrarnos cerca de los otros en un vínculo indisoluble y aprender a confiarnos a Dios. Esta es la experiencia previa a la Pascua de esta tarde memorable.
Es tiempo de eliminar las desigualdades
Y ahora, después de Pentecostés… Escuchamos por todas partes que ahora todo será diferente. Pero ¿cómo será esto? ¿Aprenderemos realmente de la historia? El Papa declara en Pentecostés: “La pandemia de la pobreza en el mundo debe terminar.” La enseñanza central de la crisis es: “Somos una humanidad. Este es el momento de eliminar las desigualdades. Todo el sufrimiento será inútil a menos que trabajemos en conjunto para construir una sociedad más justa, equitativa y cristiana”, expresó el Papa Francisco.
Para que esto se convierta en una realidad, debe comenzar en las pequeñas comunidades, las familias, los barrios. Y debe comenzar con el aprecio, con el respeto a la dignidad de cada persona. Esto no sucederá por sí mismo, tiene que ver con una decisión y con la determinación. Tampoco podrá ocurrir para siempre, sino durante un cierto tiempo, para el cual debemos nacer una y otra vez.