¿Por qué se guardó silencio durante tanto tiempo?
Sobre la confusión en torno de la persona del P. Kentenich
12 de diciembre de 2020 - Press Office Schoenstatt International
En relación con las confusiones actuales en torno de la persona del P. Kentenich y de su actividad como fundador del Movimiento de Schoenstatt, muchos miembros del Movimiento plantean preguntas como: ¿Por qué todavía no hemos escuchado, o hemos escuchado muy poco sobre esas cosas? ¿Por qué en las décadas pasadas se guardó silencio sobre lo que ahora va saliendo a luz más y más? Y muchos agregan: ¡Quiero saber la verdad!
Estas preguntas están ligadas a un sentimiento de decepción. La imagen del P. Kentenich que aparece ahora en el foro público no encaja con la imagen del fundador que fuera trasmitida en el Movimiento y que también se convirtiera en la imagen personal que mucha gente tiene de él. Se somete a prueba, se cuestiona o incluso se destruye la confianza que muchos depositaron en él. Muy ciertamente esas preguntas y los sentimientos concomitantes no deben ser ignorados.
Una mirada honesta sobre el fundador
En nombre de todas las ramas y comunidades del Movimiento internacional de Schoenstatt queremos expresar claramente que no se ocultará nada, que no se barrerá nada debajo de la alfombra del silencio. Se trata de lograr y compartir una mirada honesta, veraz y diferenciada sobre el fundador y nuestra historia.
Pero hallar la verdad es una empresa difícil y compleja. No se llega a la verdad publicando e interpretando arbitrariamente documentos descubiertos, sin conocer su contexto y las circunstancias que le dieran origen, y sin señalar interrelaciones que no se pueden establecer basándose exclusivamente en el texto. Hace falta una labor cuidadosa y paciente para descubrir y comprender esos contextos. Esto es lo que diferentes comisiones dentro del Movimiento de Schoenstatt se han propuesto como objetivo. En este sitio web se irán presentando los resultados de su intensa labor.
¿Por qué no se dijo todo?
No publicar algo, ¿significa siempre también encubrirlo? Con toda razón somos hoy muy sensibles en lo atinente a encubrir conductas delictivas o agresivas. Simultáneamente existe una exigencia de absoluta transparencia. ¿Por qué ciertas cosas no fueron tratadas a la vista de todos?
Luego del fallecimiento del P. Kentenich comenzaron pronto los preparativos para la apertura de su proceso de beatificación. Parte de la tramitación de tal proceso es la recolección de todos los documentos relativos a la persona y vida del candidato, tanto a favor como en contra. Todo esto acontece en un marco no público, a fin de asegurar la mayor objetividad posible de las personas involucradas en dicho proceso.
¿No se podía partir entonces de la base de que antiguas acusaciones habían quedado ya resueltas luego del regreso del P. Kentenich del exilio; luego de su arribo a Schoenstatt a fines de 1965; luego de la apertura del proceso de beatificación realizado justamente por el obispo que había llevado a cabo la primera visitación y promovido la segunda; y finalmente luego del “nihil obstat” concedido por Roma para el proceso?
El conocimiento de que “todo” había sido integrado al proceso, tanto las voces positivas como las negativas, y que por ende todo estaba sometido al juicio de las autoridades de la Iglesia, posiblemente haya contribuido a que tales cuestiones complejas fueran abordadas de manera poco exhaustiva. A ello se sumó la creencia de que los documentos integrados a las actas del proceso, seguían siendo confidenciales también fuera del proceso. Que no es así en todos los casos, quedó claro recién en el último tiempo.
¿Por qué no hubo información exhaustiva sobre esa época?
Existe ya una serie de iniciativas de investigación y presentación de la trayectoria del fundador y del Movimiento hechas con rigor histórico. No obstante quedaron ocultos ciertos trasfondos, contextos y datos personales. Se trata pues de esfuerzos que requieren de muchos pasos más, y que seguramente habrán de ocupar también a las futuras generaciones en Schoenstatt.
¿Por qué no hubo más información en el pasado? Ciertamente una razón es que las generaciones anteriores vivieron en contextos en parte muy diferentes de los actuales, por lo tanto algunos hechos fueron evaluados de manera distinta sobre el telón de fondo de los condicionamientos propios de la época. Por ejemplo, el P. Kentenich era hijo natural, y hacia fines del s. XIX eso constituía una mancha cuyas tristes consecuencias hoy solo conocemos de oídas. Esa mancha tenía consecuencias sociales e incluso canónicas. Según el código de derecho canónico de 1917, normalmente un hijo natural no podía ser sacerdote. Por eso el joven José Kentenich se dirigió a los palotinos, comunidad religiosa que le ofrecía la posibilidad de trabajar como sacerdote en los países de misión. El mismo P. Kentenich no tematizó jamás públicamente ese detalle biográfico. A veces dejaba entender que esperaba una señal para hablar sobre el tema. Sus primeras biografías siguieron su ejemplo, no para ocultar la verdad, sino ciertamente por respeto hacia su persona y su actividad como fundador.
La razón de por qué no se puso a disposición de un público amplio la “Epistola perlonga, la “Apologia pro vita mea” y otros escritos compuestos en el exilio, se desprende de la historia misma de su gestación. La mayoría de esos voluminosos escritos fueron redactados para el archivo. En aquella época era la única posibilidad que tenía el P. Kentenich para exponer acontecimientos y contextos desde su punto de vista, con claridad y sin adornos. Esos escritos presentan lo que el P. Kentenich recogía de las diferentes partes, y la opinión que se formaba sobre ese material.
Además algunos de esos escritos contenían una crítica clara e implacable a autoridades eclesiásticas y superiores de su comunidad. Compuso su “Apología” a modo de escrito de justificación destinado al obispo de Tréveris. Primeramente la envió al obispo de Münster, solicitándole su consejo. Este le respondió que si se sentía tratado injustamente, tenía que soportar esa situación en silencio por causa de su obra. El P. Kentenich habría preferido hablar claramente, pero siguió el consejo del obispo.
Evaluación en contexto
En lo atinente a la publicación de cartas personales y otros escritos – como se ha hecho ahora – la consideración de estos ha de ser aún más diferenciada. Hay que tener en cuenta toda una serie de contextos a fin de obtener una imagen más o menos fiel de la manera de proceder del P. Kentenich. En esa tarea no se trata de justificar o minimizar varios de sus comportamientos, sino ante todo de comprender la mentalidad de la época de entonces.
El problema radica en que nosotros, habiendo transcurrido alrededor de setenta años de los acontecimientos, aplicamos a las conductas criterios totalmente distintos de los que aplicaran en su época las personas en cuestión. Los conceptos de abuso espiritual y abuso de poder espiritual, tal como los entendemos hoy, no existían aún en aquel tiempo. Dada la sensibilidad que se observa en la situación actual, la vara con la que medimos hoy conducta y ejercicio de la autoridad oficial de la Iglesia es muy distinta de la aplicada en los años cuarenta y cincuenta. Por ejemplo, en la confesión con gran naturalidad se les negaba la absolución a quienes no se comportaban de acuerdo con las normas de la Iglesia. Por eso a nadie se le habría ocurrido poner en tela de juicio la autoridad del confesor.
Además en aquella época se hallaban difundidas formas de penitencia que hoy nos resultan difíciles de comprender. Por ejemplo, disciplinarse (flagelarse) como penitencia por los propios pecados. Esto último era aún corriente en ciertas órdenes religiosa en el s. XX.
En relación con el P. Kentenich, la tarea es ahora evaluar su conducta en el contexto de la época de entonces y de su intención pastoral y pedagógica, así como su misión. Hay que señalar exageraciones y prácticas incorrectas, hacer la correspondiente interpretación y, dado el caso, tomar distancia de ellas. Esto vale especialmente para situaciones en las que se registra un fallo humano.
La protección del “forum internum” y de la persona
¿Por qué en Schoenstatt no se habló antes de esas cosas? Por la misma razón por la que en general no se hablaba de ellas en la Iglesia. Lo que acontecía en el ámbito de la confesión y en el acompañamiento espiritual, llamado por entonces “dirección espiritual”, era absolutamente tabú y sujeto – como todavía hoy – a un estricto secreto de confesión. Se tenía el deber absoluto de guardar silencio sobre el “forum internum”.
Si alguien quería hablar con otra persona sobre lo que él o ella habían experimentado en la confesión, lo hacía bajo su propia responsabilidad. Pero por lo común no era apropiado conversar públicamente sobre eso. En la confesión y el acompañamiento espiritual se tratan temas muy personales, por ende difícilmente se querrá hablar sobre los secretos más íntimos en una reunión de personas, ni mucho menos se querrá que tales secretos sean publicados. Esta es otra razón más de por qué nadie intentó buscar cartas personales, por ejemplo, en el Archivo de las HH. de María, y publicarlas. Junto con el respeto por los asuntos internos de una comunidad estuvo sobre todo el derecho personal a la preservación del ámbito privado. A nadie se le ocurrió, por ejemplo, desenterrar y publicar cosas personales o material incriminatorio sobre la Hna. Georgia, una Hermana que ahora está en boca de todos.
Ese derecho a la preservación de la persona fue lesionado gravemente en las últimas publicaciones, a fin de desacreditar al P. Kentenich. ¿Cuál será el paso siguiente? ¿Habrá que desenterrar, por ejemplo, todo el material sobre esa Hermana, a fin de revelar los reales trasfondos y, dado el caso, cobrar una visión totalmente distinta de ciertos acontecimientos? Aquí se abre un abismo entre lo que hoy, en la era de la digitalización, entendemos por derechos de la persona, y la exigencia de una aclaración exhaustiva, aun cuando precisamente se lesionen tales derechos. Se plantea una disyuntiva de difícil resolución.
Primeros pasos importantes para la información
Con gran honestidad cabe ahora intentar abordar, elaborar en el mencionado sentido algunas acusaciones contra el P. Kentenich, a fin de responder a la solicitud de información.
Al hacerlo debe considerarse lo siguiente: es innegable que el marco de la confesión o del acompañamiento espiritual puede abrir un espacio en el que sea posible la comisión de abusos. La precipitada publicación de que el P. Kentenich habría cometido abuso sexual es insostenible. Queda por revisar y comprobar la restante acusación de que, en relación con determinadas Hermanas, el P. Kentenich habría abusado de su posición de fundador, acompañante espiritual y confesor para avasallar espiritual y en parte inhumanamente a esas Hermanas. Hay que investigar esta acusación, a pesar de las numerosas experiencias cosechadas en las comunidades schoenstattianas de que el P. Kentenich trataba con la gente con una actitud de extraordinario respeto.
En este punto les pedimos a todos los miembros del Movimiento de Schoenstatt que confíen en nuestro sincero empeño de elaborar y hacer accesibles para todos perspectivas nuevas y realistas, manteniendo el respeto por todas las personas involucradas.
Traducción: Sergio Danilo Acosta