La vocación del educador es apasionante. Fe y vida, están al servicio de algo más grande, del surgimiento de un nuevo tipo de hombre y un nuevo tipo de mujer que comprenda su desarrollo en la perspectiva de un tejido de aprendizaje y crecimiento, que lo desafíe a tener una visión armónica e integradora de todas sus fuerzas. Esta es la pedagogía de Schoenstatt.