Hay batallas en la vida que merecen la pena afrontar con determinación: contra la injusticias, la desigualdad...
Cuando el Padre José Kentenich tuvo su primer contacto con sus jóvenes alumnos, estos vivían una fase de revolución. Y no era para menos. Las reglas en la casa en Vallendar eran muy exigentes. La nueva normativa imponía obligaciones que determinaban desde las horas en las que podían hablar hasta la frecuencia con la que debían limpiarse los zapatos. "Mirar por la ventana se considera mal comportamiento. Solo se puede comer a la hora de la comida. Está prohibido subirse a los árboles o colgarse de sus ramas..." Estos son algunos ejemplos de normas, por no hablar de los castigos físicos y las reprimendas públicas que se utilizaban en la formación de los jóvenes, como era normal en la educación en esos tiempos en Alemania.Una batalla que vale la pena librar

Llega un nuevo profesor
El Padre Kentenich entendía bien a los jóvenes y era "diferente a los demás profesores", como señalaron. Incluso intercedió pidiendo el fin de los castigos corporales. Sin embargo, aunque estaba de acuerdo con la causa, el Padre Kentenich no apoyó los actos de rebelión, porque valoraba el respeto a las autoridades. ¿Qué hizo entonces? Merece la pena, para quien pueda, profundizar en los métodos pedagógicos que el Padre Kentenich utilizaba ya en aquella época. En resumen, en las clases avanzadas, estimuló la formación de la Asociación Misionera; en la clase de Max Brunner, trató la revolución juvenil creando pequeños debates sobre los conflictos internos y externos de la vida de un joven estudiante e intentó despertar el interés y la alegría del trabajo en grupo. Como conclusión, los chicos de la clase de Max se convirtieron en los pioneros y fundadores de la Congregación Mariana Menor, la que dio origen a Schoenstatt.Max se convirtió entonces en un revolucionario sin causa.
A diferencia de sus compañeros, Max Brunner era un gran opositor a la Congregación Mariana. No estaba de acuerdo con la fundación y quería seguir luchando contra todo y contra todos. "Max tenía dudas sobre si seguir adelante. Ya había invertido demasiado en la revolución como para dejarse marginar por algún ‘truco de magia’ del director espiritual. Puso aún más empeño en mantener viva la rebelión, pero fue perdiendo sus partidarios uno a uno, y terminó solo... Decidido a no dejarse ganar por nada, Max estudió cuidadosamente la mejor manera de boicotear este plan, o sea, la formación de la Congregación Mariana”. [2].