Este año recordamos con especial interés este acontecimiento que hace exactamente 80 años marcó para siempre la historia del Movimiento de Schoenstatt: el segundo hito del Movimiento, la decisión del P. Kentenich del 20 de enero de 1942.
El 20 de enero es un día importante para la Familia de Schoenstatt. Recordamos la decisión de nuestro Padre y Fundador, el Padre José Kentenich, de aceptar libremente ser enviado al campo de concentración de Dachau sin intentar apelar su condena. Este año recordamos con especial espíritu este acontecimiento que hace exactamente 80 años marcó para siempre la historia del Movimiento de Schoenstatt.¿Qué vivió el Padre Kentenich hace 80 años en los días previos al 20 de enero?
En octubre de 1941, el fundador de Schoenstatt fue tomado prisionero de la Gestapo, la policía nazi, en Coblenza, una ciudad a orillas del río Rin cerca de Schoenstatt. La prisión funcionaba en el edificio de un antiguo convento carmelita. Gracias a dos guardias, que se atrevieron a llevar clandestinamente correspondencia desde Schoenstatt al Padre Kentenich, y viceversa, se mantuvo un contacto frecuente entre la Familia de Schoenstatt y su fundador. El 13 de enero de 1942, la Gestapo interrogó sostenidamente al P. Kentenich y le amenazó con enviarle al campo de concentración de Dachau. De hecho, esta deportación equivalía a una sentencia de muerte, ya que pocos sobrevivían a los campos de concentración nazis. El 16 de enero, el Padre Kentenich fue sometido a un examen médico para determinar si era apto para ser enviado al campo. El examen fue una mera formalidad, no se examinaron sus pulmones ni su corazón. A pesar de su precaria salud -un pulmón no le funcionaba-), fue declarado apto para el campo de concentración. Al día siguiente, Schoenstatt recibió una nota escrita de puño y letra del P. Kentenich: "Acabo de ser examinado con vistas al campo de concentración. Resultado: Soy apto para el campo. Pero nadie debe preocuparse por eso”. A partir de ese momento, los dirigentes de la Familia de Schoenstatt comenzaron a mover todos los hilos posibles para evitar que el P. Kentenich fuera enviado a Dachau. Consiguieron que el médico de la prisión accediera a examinarle de nuevo, siempre que el P. Kentenich lo solicitara por escrito, y entonces tal vez lo podría declarar no apto para el campo.