Muchos conocemos las circunstancias y los hechos de ese día: El Fundador se encuentra en la cárcel y es declarado apto para ir al campo de concentración de Dachau. Pero se le abre la posibilidad de salvarse si pide un nuevo examen médico. Y el día 20 de enero, el Fundador toma la decisión de no aprovechar esa posibilidad e ir libremente a Dachau.

Ahora, ¿cuál es el misterio de ese día?

Pienso que, como en la vida de Cristo, es un misterio de la cruz, del amor y de la resurrección.

1. Misterio de la cruz

La cruz, el gran misterio de la vida y muerte de Cristo, lo es también en la vida de sus discípulos, los cristianos. Así lo entiende también el Fundador: Él debe ser ahora Padre de los suyos desde la cruz. Por eso les dice en una de sus cartas desde la cárcel:
“No crean que serían en primer lugar mis retiros, mis consejos o mis palabras, lo que más les podrían ayudar ahora. Lo más fecundo que puedo hacer es mi entrega por ustedes en la cruz.”
Su tarea ahora no es buscar su libertad, librarse del campo de concentración. Su tarea es imitar a Cristo, el Buen Pastor, en su pasión: arriesgar la propia vida por sus ovejas, y arriesgar también la existencia de su Familia. Porque en aquel momento, la obra todavía no estaba suficientemente formada y desarrollada para poder existir sin su Fundador.

La cruz es también un camino para la Familia de Schoenstatt

También la Familia de Schoenstatt debe entrar en este misterio de la cruz. Por eso, el Padre Kentenich trata de despertar disponibilidad y apertura hacia la cruz, a través de las cartas y escritos que le envía. Toda la Familia está llamada a asemejarse a Jesucristo crucificado. Pasa lo mismo que pasó en tiempos del Señor: la cruz separa los verdaderos y falsos discípulos. También en Schoenstatt se prueba la verdadera fidelidad de sus seguidores: están los que pertenecen sólo exteriormente a la Familia, los que comparten sus ideas, su espiritualidad, su pedagogía. Y están los que forman parte de Schoenstatt interiormente: los que están dispuestos a jugarse por el Padre Fundador y su destino, a seguirle por el mismo camino de la cruz.

2. Misterio de amor

En la vida de Cristo, Él no buscaba la cruz y la muerte. Quería amar y obedecer. Sólo aceptaba las cosas como venían. Y cuando se le exigía, daba la vida libremente, en un gesto de amor infinito. Lo mismo el Padre Fundador. Toma la decisión del “20 de enero” por amor y confianza en Dios. Deja atrás la seguridad humana, para entregarse totalmente en manos de Dios. Sólo quiere aceptar y cumplir el deseo y la voluntad de Dios. Lo importante para él no es la cruz como tal, sino la voluntad del Padre. Comenta el mismo Fundador:
“La fecundidad lograda no fue consecuencia de un heroísmo humano, sino consecuencia del cumplimiento de la condición pedida por Dios, de haber descubierto lo que Dios exigía.”

3. Misterio de la resurrección

Lo que consuela a un cristiano, le da ánimo, esperanza y confianza es el hecho de que la cruz nunca es lo último: toda tristeza se convierte en alegría, todo fracaso en victoria, toda pasión y cruz en resurrección. Así fue no sólo en la vida de Cristo, sino también en la vida del Padre Kentenich y de la Familia de Schoenstatt: La decisión del 20 de enero regala una fecundidad inmensa.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Qué opino hoy de aquella decisión del Padre Fundador? 2. ¿Cuál es mi aporte para llevar adelante la misión del P. Kentenich? 3. ¿A qué vicio o comodidad podría renunciar, como parte de la cruz en mi vida? Si desea comentar el texto o dar su testimonio, escriba a: pn.reflexiones@gmail.com Imagen destacada: Terence Burke, unsplash.com