La familia es el lugar donde aprendemos a convivir, convivir con los más jóvenes y con los más mayores.
Y al estar unidos, jóvenes, ancianos, mayores, niños, al estar unidos en las diferencias, evangelizamos con nuestro ejemplo de vida.
Por supuesto, no existe la familia perfecta. Siempre hay ‘peros’.
Pero no pasa nada. No hay que tenerle miedo a los errores; hay que aprender de ellos para seguir adelante.
No olvidemos que Dios está con nosotros: en la familia, en el barrio, en la ciudad donde habitamos, está con nosotros.
Y él se preocupa por nosotros, permanece con nosotros en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar: cuando discutimos, cuando sufrimos, cuando estamos alegres, el Señor está ahí y nos acompaña, nos ayuda, nos corrige.
El amor en la familia
El amor en la familia es un camino personal de santidad para cada uno de nosotros.
Por esto lo elegí como tema para el Encuentro Mundial de las Familias de este mes.
Recemos por las familias cristianas de todo el mundo, por cada una y por todas las familias, para que, con gestos concretos, vivan la gratuidad del amor y la santidad en la vida cotidiana.
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