A principios de diciembre de 2022, como Instituto de Familias tuvimos nuestro primer Congreso como Comunidad Internacional. Para dar lugar a la participación de todos sus miembros, se realizó online. Participaron más de 125 matrimonios, de 12 nacionalidades diferentes. Fue un reto para la organización ya que hubo que combinar diferentes husos horarios y diferentes idiomas.

Se formaron grupos de trabajo internacionales

primer Congreso

Vivimos un momento enriquecedor, en que hubo matrimonios que se vieron por primera vez. Para que fuera posible, ese trabajo empezó en todas las comunidades de las distintas regiones y delegaciones. En una segunda etapa se formaron grupos de trabajo internacionales, que pudieron compartir sus experiencias y anhelos. Así, cuando llegamos a los días del Congreso, logramos tener un intercambio muy rico e interesante, en el cual se planteaba seguir construyendo el Instituto del futuro.

Acogida en dignidad, igualdad y aprecio

Así que se encontraban juntas, durante un fin de semana, diferentes culturas, diferentes formas de pensar, dando testimonio eclesial de recíproca acogida en igualdad, en dignidad y en aprecio por lo específico suscitado por el Espíritu Santo. En el intercambio de las diferencias pudimos alabar al Señor por nuestra identidad y diversidad en el Instituto: fue un evento de corresponsabilidad y al mismo tiempo una manifestación de adhesión a nuestro Padre Fundador.

En estos días vivimos la necesidad de encender la llama de nuestra esperanza, un bien escaso y frágil, hoy en día. Deseamos que ella habite en nosotros, en nuestros cursos, en los lugares de nuestro cotidiano vivir. Tenemos claro que nuestra esperanza está en el Señor, no en las glorias humanas. Por eso, hemos de adherirnos con alegría a lo que el Espíritu está haciendo crecer en otros lugares: la creatividad y la audacia  para vivir nuestra consagración y seguimiento en otros contextos culturales.

Bajo la protección de María

En el Encuentro se vio la necesidad de acompañar a las nuevas generaciones hacia el futuro, favoreciendo el proceso de inculturación de nuestro carisma con el discernimiento y la confianza, pero también vimos la necesidad de acompañar a nuestros mayores que tanto nos han regalado. Así, “bajo la protección de María”, intentamos escuchar los deseos de Dios para “seguir hacia las nuevas playas”.

Como resumen final resuena para nosotros la vibrante exhortación de Pablo: “No os acomodéis al mundo presente, antes bien, transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto … con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración” (Rm 12,2.11-12).

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