Karen Bueno

El Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt celebrará este sábado 24 de julio a las 10 horas, la ordenación diaconal del seminarista Gabriel Felipe Oberle. Recemos por Gabriel, por su vocación y por su nueva misión.

 

¿Quién es Gabriel, el futuro diácono?

Gabriel nació en Londrina y eligió como lema para esta ordenación la frase: «El niño creció y se hizo fuerte, lleno de sabiduría. Y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2,40).

La ceremonia estará limitada a un pequeño grupo de familiares y amigos debido a la pandemia, aunque todos están invitados a seguir la celebración el 24 de julio de 2021, a las 10 de la mañana (hora local), a través del canal de  Youtube del Santuario de Sión Jaragua.

A continuación descubra la interesante entrevista a Gabriel, en la que habla de este momento tan especial para la familia de Schoenstatt:

¿Cómo conociste la comunidad de los Padres de Schoenstatt y qué te impulsó a sumergirte en este viaje?

Desde pequeño tuve la gracia de visitar el Santuario de Schoenstatt en Londrina con mis padres, pero no conocía el Movimiento de Schoenstatt. En 2008, un amigo me invitó a participar en el Círculo de la Alianza para hacer una especie de consagración a María, la cual sellé el 5 de julio de ese mismo año. Una semana antes de la Alianza, me invitaron a tomar parte en las Misiones Universitarias que se realizaron a finales de ese mismo mes. Desde entonces empecé a participar en la juventud Masculina (JUMAS) y comenzó una amistad con los Padres y seminaristas de Londrina.

Siempre he sido muy participativo en la parroquia. Por lo que la cuestión vocacional no era algo nuevo para mí, y también estuvo presente cuando entré en la JUMAS. Creo que la naturalidad y la amistad con los Padres me llevaron a volver a esa pregunta, e iniciar un nuevo camino de respuestas.

Para ti, ¿por qué vale la pena elegir ser sacerdote?

Creo que vale la pena aceptar la opción que Dios tiene para nosotros. Nuestra vida está en Sus manos, sólo basta que lo reconozcamos. Dios me llamó al sacerdocio para poder ser feliz y llevar a Cristo a los demás, y yo acepté ese llamado. Si miro la historia de mi vida, reconozco como gracia de Dios encontrar muchos momentos en los que María estuvo presente a mi lado y me ayudó a encontrar la felicidad. Al mismo tiempo puedo reconocer que todo el camino de mi vida fue un camino de buscar la felicidad junto a Dios.

Cuando vemos nuestra vida como un viaje de felicidad, la realidad encuentra su verdadero sentido.

Por eso, más que pensar en si ha merecido la pena elegir ser sacerdote, creo que vale la pena entregar mi vida al camino al que Dios me ha llamado. De ese modo, ser más feliz y llevar a Cristo a las personas que Él pone en mi camino.

 

«El niño crecía y se hacía fuerte, lleno de sabiduría. Y la gracia de Dios estaba con él» (Lc 2,40).

¿Por qué eligió este lema para su ordenación diaconal y qué espera de él para este ministerio?

El lema de la ordenación llegó en ese mismo camino de entregarme a la voluntad de Dios. Fue un camino de reconocerme como un niño en las manos de Dios.

Durante el retiro de ordenación de mis hermanos de curso, encontré una imagen en un libro que me llamó la atención. Era un cuadro del hermano Roger (fundador de la Comunidad de Taizé) de un niño con un avioncito en las manos. Mantuve esa imagen en mente, pero cambié el avioncito por un barco de papel, un símbolo que me acompaña desde hace muchos años. El barquito de papel me recuerda esa misma entrega en manos del artesano, me recuerda la historia que he escrito en papel, me recuerda mi fragilidad, me recuerda la fuerza del arte, etc. Es así que el barquito de papel en manos de ese niño consiguió reunir varios elementos personales.

El segundo paso fue el que me llevó al lema. Con la imagen del niño con el barquito ya montada, me fui acercando cada vez más a la imagen del niño Jesús, que aprende a caminar con José y María, que juega en el jardín de casa, que ayuda a José en la carpintería, que corre a pedirle el pan a María. Un Jesús que creció como cualquier otro niño, que recorrió todo un camino de descubrimientos y desarrollo. Entonces busqué este versículo que representa en pocas palabras todo ese proceso por el que pasó Jesús con la Gracia de Dios.

Por último, siempre confié en que tengo un Ángel de la Guarda que me acompaña y protege. Como mi nombre es Gabriel, en cierto modo la imagen del Arcángel Gabriel siempre ha estado presente en la Gracia de Dios, creo que crecí acompañado de la presencia de mi Ángel de la Guarda. Por eso he elegido la oración del Santo Ángel para este momento tan especial para mi vida.

Fotos: cathopic, schoenstatt.org.br.