«El reino de los cielos se asemeja a la levadura que una mujer toma y mezcla en tres medidas de harina y fermenta toda la masa» (Mt 13,33).

¿Qué es la Confederación Apostólica Universal?

Con la intención de ser fermento para la Iglesia y unir todas las fuerzas apostólicas, el P. José Kentenich profundiza en una idea que tuvo su origen en san Vicente Pallotti, para determinar uno de los tres objetivos apostólicos de la Obra de Schoenstatt.

La llama «Confederación Apostólica Universal«, cuya sigla en español es CAU. El objetivo de la misma es el de promover la unión de las fuerzas apostólicas a nivel parroquial, diocesano, nacional e internacional, en todos los ámbitos sociales, para afrontar en común el reto y la tarea evangelizadora que la realidad actual presenta a la Iglesia.

En la práctica, esto significa que cada persona, comunidad o rama del Movimiento de Schoenstatt está llamada a contribuir con sus propias características a generar la unidad en la pluralidad. La Confederación Apostólica Universal implica la superación del espíritu de división, las rivalidades y el individualismo, que a menudo marcó a las comunidades en los siglos pasados y que puede amenazar la unidad de la Iglesia.

¿Cómo vive Schoenstatt esto?

Uno puede preguntarse: ¿Cómo podemos lograr esto hoy? El P. Alexandre Awi Mello, secretario del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, da el siguiente consejo: «Debemos motivar siempre más para que la Iglesia trabaje unida, reuniendo a los diferentes organismos eclesiales, incluidos los movimientos. Por ejemplo, participando en encuentros de movimientos y eventos que reúnen carismas».

Veamos algunos casos prácticos de cómo la Familia de Schoenstatt, en diversos lugares de Brasil, trabaja en este sentido actualmente:

Juventud Apostólica: en varias ciudades, los jóvenes de Schoenstatt participan en el Sector Diocesano de la Juventud, en eventos nacionales – como la Peregrinación Nacional, recientemente realizada; el proyecto Ruta 300 de Aparecida – en las diversas actividades parroquiales, etc.

Rosario de los Hombres Madre y Reina: reúne cada vez más hombres para rezar el rosario y consecuentemente se involucran en la vida de la comunidad; están abiertos a todos los que quieran rezar y realizan diversas acciones sociales a lo largo del año.

Campaña de la Virgen Peregrina: une a las familias en una gran red de gracias; integra a otras fuerzas y carismas apostólicos, también a los alejados de la Iglesia y trabaja junto a otras pastorales.

Hermanas de María de Schoenstatt: asesoran al Movimiento y se insertan también en la vida de la diócesis a la que pertenecen, coordinando y animando acciones apostólicas y respondiendo al obispo como pastor; integran los órganos de la CNBB que coordinan los Institutos Seculares y las comunidades religiosas y consagradas.

El P. Alexandre cita otros ejemplos: «Tenemos la gracia de contar con un representante de la Juventud Masculina precisamente en un órgano que coordina las diferentes fuerzas apostólicas que trabajan con los jóvenes a nivel nacional. Hemos participado en todos los encuentros nacionales de jóvenes”. Sin embargo, es necesario avanzar en esta tarea, subrayó el P. Alexandre: «Podríamos ayudar más, por ejemplo, en la pastoral familiar. Hubo un tiempo en que una hermana de María fue secretaria nacional de la Pastoral Familiar en la CNBB y ayudó a articular las fuerzas de esta pastoral. Este es otro ejercicio de la misión».

¿Cómo puedo contribuir con la CAU?

tercer fin

En la vida cotidiana hay muchas maneras de promover la unidad en la diversidad, empezando por la familia, que debería ser el primer ejemplo de unidad. En ella todos los miembros, padre, madre, hijos, abuelos, tíos, etc., se complementan sin perder su unidad, sin perder su originalidad personal. Es posible ser fermento en mi familia estando atentos a la experiencia de la unidad: viendo que los padres conozcan la vida de sus hijos y viceversa; que tengan un tiempo productivo juntos; que dialoguen; que recen y que lleven a cabo muchas otras actividades. Esto prepara el corazón para la aceptación de los diversos carismas y apostolados en su diversidad.

El trabajo en la Iglesia, ya sea a nivel parroquial, diocesano o cualquier otro, es un excelente campo de colaboración con la CAU. Se trata, por ejemplo, de estar siempre unidos a los diferentes grupos y a las actividades pastorales de la parroquia, de trabajar juntos para generar buenos frutos para el conjunto; de participar en reuniones y eventos comunitarios, de realizar trabajos en colaboración con otras actividades pastorales, de estar cerca de los hermanos de la comunidad y del párroco. Si pertenecemos a una rama o comunidad de Schoenstatt, es importante representarla en la vida de la comunidad y ponerse al servicio de la Iglesia.

En el trabajo, en la escuela, en la universidad, en las distintas actividades también es posible colaborar con la CAU, generando un ambiente de unidad. Por ejemplo: evitando las intrigas y los chismes, estar unidos con personas de otros sectores, promover reuniones para la integración, colaborar mutuamente con las necesidades de los demás, etc. Lo más importante es estar unidos por un bien común.

«Como Familia de Schoenstatt deberíamos estar especialmente interesados en esto, ya que es parte de nuestra misión. Y no solo debemos interesarnos, sino que estamos llamados a ayudar a que se produzca la integración, participando en la organización», expresó el P. El Padre Kentenich, quien soñó a Schoenstatt como corazón de la Iglesia. Llevar a cabo la misión de la CAU es ser, de hecho, este corazón que late: «¿Qué significa ‘corazón’? Significa ser la fuerza de amor más profunda posible y no superable por nadie, el poder del amor que conquista a toda la Iglesia y la llena de heroísmo. La fuerza del amor, esa es nuestra misión» (Conferencias de Roma, 1965-66).

Fuente para la investigación

FERNÁNDEZ DE ANDRACA, Rafael. 150 preguntas sobre Schoenstatt. Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt. 1ª edición, São Paulo/SP: 2011.

NIEHAUS, P. Jonathan. Héroes del Fuego. Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt. 2ª edición, 2004.

Fuente: Schoenstatt Brasil