Ideal Personal
Cuatro fechas, cuatro encuentros diferentes para descubrir el propio Ideal Personal, siguiendo las pautas que nos dejó nuestro Fundador, el Padre Kentenich.
Somos muchos, caras conocidas y desconocidas, los que venimos al Santuario por primera vez. Todos están animados por un único deseo que nos une: conocernos a nosotros mismos y comprender hacia dónde vamos y por qué.
Lo que realmente queremos averiguar es quiénes somos en realidad, porque no nos conocemos del todo. ¿En qué punto de nuestra vida nos encontramos? Para comprenderlo, a menudo recurrimos a los demás, a nuestra familia, a nuestros amigos o compañeros, a la gente que nos rodea, y nos convencemos basándonos en sus juicios, nos convertimos en una proyección de la idea que tienen de nosotros.
Pero, ¿cuál es nuestra verdadera identidad? ¿Por qué me creó Dios?
Cuando nos abrimos, acudimos al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos guíe:
“Espíritu Santo, tú eres el alma de mi alma ….
Hazme saber lo que el amor eterno quiere de mí …”“… ad quid venisti?”
“… ¿Por qué has venido (aquí)?
La Hna. M. Julie Brcar, que nos acompaña en esta aventura, comenzó con un viaje a los orígenes, al momento de la creación, mostrando un vídeo, una secuencia de imágenes bellas y conmovedoras que despiertan en nosotros sentimientos de alegría, gratitud, paz y sublimidad. Naturaleza sin adulterar desde los orígenes que quizá hayamos olvidado.
En los versos de Dante ascendemos a continuación por la “scala Naturae”, el modelo clásico de ordenación del mundo que ordena el universo en una jerarquía ascendente desde los mundos mineral, vegetal y animal, hasta el hombre y los ángeles en la cúspide. Dios es omnipresente. El elemento distintivo es el alma, el alma que da movimiento, conciencia y vida.
Lo que sigue es una serie de reflexiones personales sobre el término “Padre”, lo que esta palabra nos transmite, lo que nos recuerda, lo que esta palabra despierta en nosotros: recuerdos, sensaciones, sentimientos.
Padre-hijo, hijo-niño. Volvemos a la necesidad de volver a ser niños, es decir, seres inocentes, confiados y abiertos.
“En verdad os digo: Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mateo 18,3-4).
También puede leer: Coronación Belmonte – Roma
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