¡Adiós año viejo, feliz hombre nuevo!
Con cada remada del 2021, haremos una nueva ofrenda para el capital de gracias, con la certeza de que Dios permanece con nosotros y tiene el timón en sus manos.
Padre Vitor Possetti - 2 de enero, 2021

Una imagen impactante del año 2020 fue ver al Papa Francisco en a la plaza de San Pedro vacía, el 27 de marzo, donde comparó nuestra experiencia de la pandemia con la de los discípulos del Evangelio (Mc. 4), cuando fueron “sorprendidos por una tempestad furiosa e inesperada”, según sus palabras.
Nos dimos cuenta de que estábamos en el mismo barco, frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo, de aquello que es lo importante y necesario: todos estamos llamados a remar juntos. Esto de alguna manera “desenmascaró nuestra vulnerabilidad y dejó al descubierto las seguridades falsas y superfluas”, resaltó el papa. De hecho, muchas de estas vulnerabilidades fueron agravadas este año por el Covid-19, con diversos síntomas de egoísmo e indiferencia.
Por otro lado, experimentamos experiencias significativas de solidaridad, corresponsabilidad y cuidado en diferentes niveles, además del despertar de la creatividad y tantas innovaciones en el ámbito del trabajo, los servicios y las relaciones en general.
Ciertamente un año muy especial, que quedará fijado en nuestra memoria. Grandes fueron los desafíos y aún mayores serán las gracias.
Por mucho que experimentemos el tiempo entre lo cíclico o lo lineal (hubo un comienzo y habrá un fin), cruzar las puertas hacia el 2021, más que cambiar una página del calendario, podría significar dar un paso adelante hacia el sentido de Dios en la historia. Para Él, mil años son como un día (2 Pedro 3), y el verdadero progreso nos trae un toque de eternidad.
Este año puede ser, sobre todo, un llamado a la conversión. “Tiempo de reajustar la ruta de la vida rumbo a nuestro Señor y los demás”, afirmó el Papa Francisco. Y continuó: “En medio de nuestra tormenta, el Señor nos invita a despertar y ser activos en la solidaridad y esperanza”.
El Padre Kentenich, en medio de las pruebas del campo de concentración, rezaba: “Dame Padre la conversión total… Contigo atravesaré noches y tinieblas, porque tu amor siempre
velará por mí”.
Es así, que después del 2020, no solo se trata de cruzar el umbral hacia el nuevo año, sino más bien de la invitación de avanzar en vista a un mundo nuevo donde seamos personas nuevas. La expectativa, en varias ocasiones, ha sido que luego de este año seamos más humanos, más solidarios y que tantos dolores y luchas no hayan sido en vano.


En alianza, sabemos que el Tabor puede ayudar a cambiar realidades, que muchas veces han sido marcadas por situaciones que desfiguran los rostros. Queremos ser colaboradores en esa travesía. Este 2021 vamos a seguir remando juntos, libremente, a partir de nuestros santuarios,
grupos y hogares. Con cada remada haremos una ofrenda para el capital de gracias, con la certeza de que Dios permanece con nosotros, con el timón en sus manos.
Donde hay un corazón que se consagra a María, que confía en el Padre y se abre a los hermanos,allí viviremos un nuevo Tabor para transformar nuestra realidad.
Adiós año viejo, bienvenido 2021, compañero y amigo en la búsqueda de un mundo nuevo.
Nunca es demasiado tarde para volver a comenzar.
Adiós año viejo, bienvenido 2021, mar y camino para la ruta del hombre nuevo.
Que sea un año de fe, conversión, esperanza y solidaridad.